lunes, 18 de agosto de 2008

Buzzi lo hizo


A un mes de la derrota del proyecto oficial sobre retenciones móviles es posible evaluar sus efectos económicos sobre sectores que militaron en forma activa por tal desenlace, como los afiliados a la Federación Agraria que preside Eduardo Buzzi. Las consecuencias políticas, con el reagrupamiento de la oposición y el surgimiento de un polo de centro-derecha con ansias electorales, están a la vista y no requieren mayor abundamiento. Cada movimiento político se disputa a algún ruralista: Carrió y Macri sueñan con De Angeli, Duhalde y Claudio Lozano con Buzzi.
El cálculo de rentabilidad, basado en datos para las distintas regiones del país de la revista especializada “Márgenes agropecuarios”, indica que en todas las regiones y para los distintos tamaños de productores, los márgenes brutos efectivos de julio de 2008 superan a los esperados en el momento de la siembra (octubre del año pasado) debido a la mejora de los precios. Pero
n para los productores pequeños el margen bruto efectivo es inferior al que hubieran obtenido con las compensaciones y reintegros que aprobó la Cámara de Diputados y eliminó el Senado con el voto no positivo del Vicepresidente Julio Cobos;
n a nadie le ha ido peor con ese resultado que a los productores más pequeños de las zonas más alejadas de la región pampeana, aquellos que hubieran pagado menores retenciones (30 por ciento en vez de 35) y hubieran recibido importantes compensaciones.
n Los productores de hasta 300 toneladas de soja perdieron hasta el 65 por ciento de márgenes brutos en el caso de Salta, la provincia más castigada. La segunda provincia con mayor pérdida para sus pequeños productores fue Santiago del Estero, con el 45 por ciento. Los pequeños productores del sur de Entre Ríos, el sur de Córdoba y el sur de Santa Fe son los siguientes perjudicados, con perdidas de rentabilidad del 23, el 20 y el 19 por ciento respectivamente.
El gráfico 1 compara los márgenes brutos efectivos con los que hubieran obtenido productores de hasta 300 toneladas, en 300 hectáreas, si la ley tal como salió de la Cámara de Diputados no hubiera sido derrotada por la Mesa de Enlace de las cámaras patronales agropecuarias. Los márgenes brutos hubieran tenido aumentos más significativos en las provincias más alejadas de la región pampeana y en las explotaciones más pequeñas.
En la mayor parte del país, se observa que los productores perdieron márgenes superiores en un 20% con el rechazo de la resolución 125 y sus modificaciones en la Cámara baja. Un pequeño productor salteño, hubiese obtenido un margen bruto 65% mayor por la venta de su producción. Su par santiagueño habría obtenido un 45% más de lo que efectivamente obtuvo en la cosecha. El cuadro 1 cuantifica en pesos por hectárea lo que dejaron de ganar los pequeños productores.
Para distraer la atención sobre el resultado de su alianza con la Sociedad Rural y Confederaciones Rurales, Buzzi y Alfredo De Angeli amenazan con iniciar mañana una nueva campaña agitativa, exigiendo al gobierno nacional las respuestas que contribuyeron a frustrar al impedir que se incrementaran las retenciones a los grandes productores, los únicos beneficiarios de la decisión de María Eugenia Cobos, la niña de los ojos de su tierno papá.
HORACIO VERBITSKY

miércoles, 6 de agosto de 2008

El embrollo argentino

Por Osvaldo Bayer
Desde Bonn, Alemania
Otra vez el mismo clima. Otra vez parece que marchamos por una calle sin salida. Hubo un hombre de mi tiempo, Aldo Ferrer, que dijo lo valedero, lo equitativo. Pero nadie lo escuchó. Hay que distribuir las ganancias para llevar adelante una sociedad integrada; si no, quedaremos cada vez más en el subdesarrollo. La sociedad tiene que ser integrada, regulada. Recordemos aquello de la economía social de mercado. Con la que la Alemania destruida de posguerra logró levantarse. Redistribuir las ganancias en la ciencia, en la técnica, en la paz social, en la educación, en la salud, en una industria que vaya eliminando las dependencias. Una sociedad con miserias es una sociedad injusta, corrupta, en sí, inmoral. Además se equivoca aquel que siempre quiere tener más, porque ese afán de dominar es el que crea violencia en la sociedad. Porque el que tiene más es casi siempre traicionado por los cuidadores de ese status.
Una sociedad moderna ya no puede vivir sin las regulaciones. Porque, si no, terminaremos en los grandes castillos de la Edad Media donde se refugiaban los autodenominados nobles para “gozar” de su poder: vestidos desopilantes, joyas, coronas, armas, minués, cuarteto de cuerdas en el almuerzo de los señores, caza del jabalí rodeados por una comitiva de uniformados bien remunerados. Mientras, a su paso, los esclavos bajo el látigo o los eternos peones de la tierra, con sus harapos y sus ojos plenos de miedo y de hambre. Ahora las figuras han cambiado, todo es más disimulado. Pero las vallas morales y materiales son las mismas. Los dueños en sus countries de lujo con las mismas defensas –esta vez ya de empresas de vigilancia– y, a las pocas cuadras, las villas miseria con su increíble cuadro de las fantasías morbosas de la brutal realidad.
En la Argentina ha ocurrido otra vez un golpe, como ya alguien lo ha dicho. Y como todos los golpes se originó, por un lado, por la incapacidad de quienes gobiernan de convencer, y por el otro, los de la filosofía “no me toquen el bolsillo”.
Los autores del golpe sin armas pero con medios salieron a defender lo “suyo”, todos juntos, algunos de bolsillo flaco y los otros, los tradicionales dueños de la tierra, de los medios, de las empresas que compran y venden.
El error de quienes tienen que ser los administradores racionales y justos fue meterlos a todos en la misma bolsa. Los de poca tierra y los eternos señores de la tierra y del cielo. Y todo se convirtió en dos mitades. Y desempató Cobos, un político esencialmente argentino, que cuando le tocó hablar lo hizo a ritmo de tango, y votó con lágrimas en los ojos. Tal vez lo ayudó a decidirse la virgencita de Luján. Recemos. Cuando lo ético, si se forma parte de un gobierno y no se está de acuerdo con una resolución de ese gobierno, es renunciar y no votar en contra de los que justamente lo pusieron segundo en la lista. Se vuelve a la base y no se sigue aferrándose al poder, por si las moscas. Pasó a ser el héroe de la derecha con voz entrecortada. Primero borocoteó a su partido y puso cara sonriente al peronismo K. Ahora, una vez en el poder, vota emocionado en contra y dice que espera ser aceptado de nuevo por su antiguo partido. En letra argentina eso se llama ser radical. Qué curioso, diría un gramaticólogo estructural alemán observando el uso argentino de la palabra “radical”, y se deprimiría al no encontrar una explicación idiomática consensuada. Porque claro, en sí, radical es ser, como lo dice su raíz: revolucionario, avanzado, definitivo. Definitivo. ¿Ad infinitum? ¿Definitivo? De radical argentino pasó a radical K y de K –probablemente– a la fórmula Cobos-De Angeli, de la cual ya se habla.
Pero eso no es el problema fundamental. El patetismo está en las dos Argentinas actuales de las que, desde su nacimiento, nadie fue capaz de hacer una. Fue muy cómico ver al presidente de la Sociedad Rural, el señor Miguens, cantar el Himno Nacional, emocionado, después del voto de Cobos: “ved en trono a la noble igualdad”. Cuando lo vi en la pantalla recordé las orgullosas crónicas de los diarios patagónicos La Unión y El Orden, de 1922, describiendo el gran banquete de la Sociedad Rural a los oficiales del 10 de Caballería que acababan de fusilar a centenares de peones patagónicos. Fue para 120 comensales y se cantó también, con emoción, el Himno Nacional. “Ved en trono a la noble igualdad, libertad, libertad, libertad” (esto es necesario remarcarlo siempre). Se descorchó champagne y los estancieros ingleses presentes le cantaron al teniente coronel Varela –el fusilador– el “for he is a jolly good fellow” (sí, “porque eres un buen camarada”).
Cobos, cuando se emocionó en la madrugada del jueves, ya que votó por el “campo”, tendría que haber mencionado la tragedia de los peones patagónicos, ya que fue un gobierno radical, el de Yrigoyen, el que dio la orden de los fusilamientos. Cobos tendría que haber aprovechado esa oportunidad en que todos los ojos argentinos lo miraban, para pedir perdón –como radical– por tan trágica y tremenda injusticia. Señalar que fue un error garrafal y un crimen de lesa humanidad. ¿No les suscita ninguna culpa, a los radicales K y a los radicales J, tantos peones asesinados?
Cuando Cobos votó por el no, los manifestantes de Palermo todos en coro cantaron el Himno Nacional. (¿No hubo ninguno, que mirando a Cobos, le tararee el “for he is a jolly good fellow? Las crónicas no lo dicen, no seamos mal pensados.) Pero, eso sí, el diario La Nación describió gozoso y engolosinado cómo estaban vestidos los manifestantes de Palermo que vivaron a Cobos: “... un matrimonio con galeras abanderadas de las que colgaban cintas brillantes, con su bebé en cochecito... o looks más vanguardistas (sombreros tipo diseños de autor) realizados con el mismo motivo... Jeans y pantalones livianos con cintos de cuero, camisas y remeras, y uno que otro sombrero, más anteojos de sol, entre las mujeres, y la onda casual Friday entre los varones... un estilo relajado matizado por el traje y la corbata... Y como silencioso detalle anti-K, una suerte de gorro llevado por algunos con esa letra en círculo cruzado, a la manera de la dialéctica vehicular, más la aclaración ‘yo no lo voté’”. (Aquí hago una pausa y pienso: pero Cobos sí lo votó a K, o mejor dicho, a la K.) Y prosigue la crónica muy significativa: “Y como voto al campo, cintas colgantes en verde soja con la leyenda: ‘Apoyo el campo’”. (Aquí también pienso: claro, con el precio de la soja se explica todo.) Y sigue: “El respeto y la amabilidad fueron la constante... a eso de las 6 de la tarde emergieron, entre otros personajes vinculados con la moda, algunos diseñadores de renombre y también el peluquero más famoso, entusiasmado con la multitud. A un paso, chicos y grandes con mascotas. Así, como en familia”.
Qué idílico. Tendríamos que estar orgullosos de que haya argentinos tan finos y delicados. Somos una familia.
No tanto. Tenemos un país dividido, como en toda nuestra historia. Federales y unitarios, el progreso de Roca y los indios bárbaros y salvajes, los argentinos de bien y los anarquistas extranjerizantes; los cabecitas negras y los libertadores, los argentinos desaparecedores y los desaparecidos; perucas, paraguas, bolitas y argentinos rubios y de ojos celestes.
Celebro que un grupo grande de intelectuales argentinos haya escrito tres cartas sobre la temática del país y así hayan tomado posición en la discusión. Por fin los intelectuales salen a la palestra. Ojalá que esto prosiga y sean tomados en cuenta cuando opinan. Y sería bueno que los políticos de vez en cuando los convoquen para escuchar su opinión. Porque el principal deber del intelectual es ése: salir a la calle cuando en la sociedad hay injusticias o se reprimen las libertades.
El diario alemán Frankfurter Rundschau informó ayer en su página editorial sobre el conflicto que sacude a nuestras pampas. Y lo titula “El embrollo argentino”. ¡Qué delicado y fino el periodista! Hablando en lunfardo, más que un embrollo es un verdadero quilombo. De “el país de las espigas de oro”, cantado por Rubén Darío, al país de la soja de oro. Sí, pero con villas miseria y niños desnutridos.

lunes, 4 de agosto de 2008

“Casi todo se lo llevó el teleteatro informativo”

Por Nicolás Casullo
“Creo que la conferencia no agregó ni quitó nada a lo previamente conocido. Por una parte la clara distinción que hace el gobierno de Cristina Fernández entre forma y contenidos de la política. La “novedad” de una conferencia de prensa, o de un ministro o de un director de Canal 7, no implicó en ella cambio de ideas ni planteos programáticos, como de distintas maneras buscan confundir y mezclar tales dos cosas los distintos poderes, la oposición y el dominio mediático. Esos dominios no sólo le piden una conferencia que nunca dio, sino sobre todo y básicamente que diga las cosas que nunca dijo. Lo que se juega, lo dijo de entrada la Presidenta, es una cuestión de modelos de país, de modelos distintos y no una mítica unidad donde todos terminen pensando lo mismo a través del eufemismo del diálogo santo, el consenso mágico, el somos todos iguales lo único que unos con mil hectáreas en el bolsillo y otros con veinte pesos por semana. En este sentido la conferencia sirvió para ratificar que la Presidenta, didáctica, amable, racional como siempre, con mil porcentajes en la cabeza, tiene un proyecto político social que ganó electoralmente, como también puede perder. Por el otro lado, y en sentido inverso, la conferencia confirmó la poca intención de CFK a palabras como “nos equivocamos”, “estamos viendo revisar tales cosas”, repensamos estas otras, se impone un dimensión de critica a lo actuado, final de la historia del piantavotos Moreno, un nuevo Indec. Esto es, capacidad de repolitizar la política en democracia. Cuando se pierde una batalla, algo de fuerza propia, aliados y votos, se necesita hacer política fuerte hacia los cuatro puntos cardinales. Porque se está en un régimen de poder de mayorías, y no en una lógica vanguardista donde me cierro en una verdad por donde estoy seguro que va a pasar la historia. En la revolución las masas vienen después, en la democracia parlamentaria las masas vienen siempre antes del poder. Pero tal vez lo más significativo ha sido la pobreza de muchas intervenciones periodísticas en la conferencia. Desperdiciaron una oportunidad para interrogar y desafiar a la mandataria sobre las grandes cuestiones de una incierta Argentina en el marco global, entre dominios mundiales, estrategias nacionales y latinoamericanas, rol del Estado, perfiles sociales, época cultural y las identidades concretamente amenazadas, planteos de desarrollo, lógicas acumulativas, mundo del trabajo a diez años, papel de las fuerzas armadas, relación universidades con la política nacional, profundizar su idea vertida en la conferencia de democracia comunicacional. Casi todo se lo llevó el teleteatro informativo, Cobos, Moreno, tren bala, cómo es Kirchner en el matrimonio. La Presidenta tendría que dar más conferencias de prensa para entrenar a un periodismo políticamente bastante opaco a veces.”
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